La olla de las emociones

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Este artículo tambien está disponible en audio gracias a Davinia Velázquez

Hay momentos en la vida en que nos sentimos muy mal y parece que cada vez vamos a peor. Las situaciones nos desbordan emocionalmente, todo nos resulta una gran dificultad a superar, estamos todo el día en tensión, con nervios, incluso con ansiedad. Nos resulta una odisea salir de la cama por la mañana, nos pesa el cuerpo, puede que incluso tengamos dolores en el cuerpo sin haber, a priori, una causa física. Es como si nos costara “tirar del carro”, más de lo normal.

Todo esto lo notamos sobretodo en momentos en que podríamos relajarnos y disfrutar, pero  ese “algo” que llevamos dentro no nos deja.

¿Cómo podemos estar segurxs de que algo pasa?

Porque está ahí y lo sentimos aunque nos empeñemos en mirar hacia otro lado. Nuestra ajetreada y ruidosa vida normalmente nos dificulta escucharnos y es en momentos de mayor intimidad y quietud, cuando se hace más evidente nuestra ansiedad, incomodidad, molestia interna. Es algo que vivimos y experimentamos, ocurre en nuestro interior. Podemos negar nuestros sentimientos, pero no por ello dejaran de existir.

Las personas elegimos diferentes maneras de afrontar lo que nos va pasando y lo que sentimos internamente. Normalmente estas elecciones no son conscientes y deliberadas; más bien son mecanismos psicológicos aprendidos que ejecutamos automáticamente delante de las emociones. 

Entonces, ¿Por qué generan malestar?

En Indágora nos gusta utilizar la metáfora de la olla de las emociones para ejemplificar todo este cúmulo de sensaciones que nos pueden producir malestar.

“Vamos a imaginar que tenemos una olla en el fuego. Este fuego son las circunstancias que rodean a nuestra vida, juntamente con creencias e interpretaciones que realizamos acerca del mundo. Según lo que nos vaya ocurriendo, la llama de este fuego puede estar más alta o más baja, se va regulando a la vez que vamos cargando o aligerando con problemas, preocupaciones, y experiencias concretas. Las circunstancias si o si tendrán un efecto en lo que haya en la olla, calentarán menos o más pero ahí están.

Olla sacando humo

La olla es nuestro mundo interior, este caldo que hierve son nuestras emociones, sensaciones, estados de ánimo que se cuecen todos juntos, se mezclan y son influenciadas por el calor de este fuego.

Cuando nos está ocurriendo algo importante y relevante, el fuego aumenta de intensidad. Este aumento de intensidad provoca que el caldo del interior de la olla se caldee más aún y empiece a hervir. Es aquí cuando empezará el caldo a hervir, a hacer “chup chup”. En una olla cuando esto ocurre por lo general empieza a formarse vapor, este vapor puede ser la expresión de las emociones que saldrían por la cocina libremente. Muchas veces este vapor, esta expresión emocional nos suele molestar, ya sea porque es demasiado caliente, porque huele mal… y lo que tendemos a hacer para que no moleste es tapar la olla.

En vez de sentir emociones, las intentamos ocultar con esta tapa, ¿Qué ocurre cuando tapamos un guiso? La tapa se mueve, tiembla ante la fuerza del vapor que simplemente quiere salir, ahí es cuando notamos que “algo nos pasa”.

Nuestro interior se está agitando y taparlo no está siendo efectivo, nos está comunicando que tenemos que hacernos cargo de este caldo que está hirviendo. En esta metáfora, la tapa que tiembla es la ansiedad, esa gran tapa de las emocione que nos da información de que no estamos bien y que algo nos ocurre.

Si nos empeñamos en que no queremos sentir este vapor de nuestro mundo interior, y aún así apretamos más fuerte para que la tapa no tiemble (no sentir ansiedad) puede ocurrir que, sin una vía de escape adecuada, la olla termine por explotar, sumiéndonos así en un ataque de pánico o de ansiedad, en una explosión de rabia, en todo un cúmulo de emociones que salen a trompicones en cuanto encuentran una vía.

Esto es la olla de las emociones. Es lo que nos remueve por dentro debido a aquello que vivimos. Es nuestro interior llamando nuestra atención de que algo no anda del todo bien.

 

 

¿Qué podemos hacer con este caldo?

Es necesario ver de qué está hecho este caldo, qué componentes tiene, qué necesita cada ingrediente para estar “en su punto”, se tratará de prestar atención a qué sentimos: rabia, miedo, culpa, vergüenza, impotencia, frustración, tristeza… ¿Qué mensajes hay ahí dentro? Seguramente es una mezcla de varias de ellas, difícilmente sentimos solamente una, aunque es cierto que dependiendo de las circunstancias tendemos a sentir unas más que otras.

En psicoterapia uno de nuestros objetivos consiste en abrir la tapa, con cariño y cuidado, y dejar que se despeje el vapor para poder probar qué nos está removiendo, y hacer algo con ello.

Las emociones no desaparecen espontáneamente: surgen de algo y realizan una función, investigar por qué están saliendo de esta forma es el primer paso. Están aquí por alguna razón y dicen algo de lo que nos está ocurriendo. Es necesario acercarnos a ellas y ver qué está ocurriendo en nuestro mundo interior. ¿Y si probamos a qué saben?

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